Notas

Lo primitivo avanza

Lo primitivo avanza

Por Alejandra Gaudio (*).- Sigmund Freud en su libro XIII Totem y Tabu y otras obras, habla del Padre de la Horda. [Interpretación propia] habla de ese padre terrible, déspota y tirano que es el supremo y dueño de todo el poder y de todas las mujeres de la horda, incluidas las de sus hijos.

El hijo rebelde y desafiante que se atrevía y osaba enfrentarlo era objeto del exilio y la sentencia. Como en la antigua Grecia, considerado un traidor, ese hijo tenía prohibido su retorno a la polis. En la horda reinaba la violencia y la impunidad. Cada tanto, irrumpía un hijo-macho que intentaba cometer parricidio para ocupar el lugar del padre terrible, de la misma manera y con la misma organización.

Si el parricidio fuese posible, no habría cambios en la horda y la reproducción de tiranía e impunidad, sería el capital humano de las bestias. La horda es una forma primitiva de organización humana que carece de leyes socialmente aceptables. El asesinato es naturalizado, el padre terrible se come a sus hijos, toma sus mujeres, impone su poder y la horda en un nuevo proceso de humanización, sigue avanzando.

En Argentina el 13 de agosto de 2023 hemos votado las denominadas PASO, elecciones primarias, abiertas, simultáneas y obligatorias, según la Ley 26.571 de la democratización de la representación política. En el escenario previo, durante y posterior, turbulento y cambiante, podemos imaginar la resurrección del padre de la horda y la detección del supuesto parricidio, cuyas acciones fueron en tanto táctica y estrategia, elegir a la hija perdida, ávida de poder y de reconocimiento, como «objeto» de sustitución del hijo rebelde, haciéndole creer que sería su heredera, cuando en realidad, la toma, «como es su costumbre», la usa y la transforma en el «útil» para desplazar al hijo, ahora también terrible.

¿Qué hace esa hija elegida? ¿Aprovecha su utilización, invierte en su imagen, aprende, transforma la horda? No. Corrido el hijo, castrado e imposibilitado, Ella se empodera y al grito de Todo o Nada, y en su afán de congraciarse con el padre terrible, la horda sigue igual, con abuso de poderes, impunidad y violencia. Esta hija perdida concentrada en su complacencia pierde de vista que ese padre tirano, sigue bailando sobre los cadáveres de sus hijos y continúa arrastrando todo a su paso.

La hija no advierte que cual golpe de suerte, con ella no alcanza, es mujer, es impura, no es superior, y que es allí donde el padre terrible le impone a su nuevo elegido, un hijo adoptivo, que grita más fuerte, que pareciera que ama cuando odia, que odia lo que ama, que imposta su voz ronca, que encanta con poderes ficticios, que disparatado en sus palabras y con ojos claros y tez muy blanca, esgrime cual profeta, instancias de salvación, sin capacidad alguna de hacer posible sus incoherencias y una vez más, reina en la horda la locura, la insensatez, los abusos, la violencia, la impunidad, el oscurantismo.

El horror. Este padre terrible se transforma en el padre temible y con un final aún incierto, peligroso y demasiado humano, aparecen interrogantes: ¿Qué pasará entre la hija perdida usada y engañada, el hijo castrado y exiliado y el hijo adoptivo sin límites ni ética? ¿Cómo reaccionará la nueva organización llamada pueblo? ¿El pueblo resiste o se entrega?

Esta es una historia que podría haber empezado con «había una vez…», pero no. Cualquier parecido a la realidad es pura coincidencia.



(*) Psicóloga, psicóloga social y colaboradora de prensa.

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septiembre 6th, 2023

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