Notas
Lech Solidario sigue jugando al ataque
Con pandemia o sin pandemia, este equipo de amigos sale a ganar en cualquier cancha. Lech nació hace más de 10 años y cada partido es una invitación al buen juego. Solidaridad, compromiso, compañerismo, pases cortos y arco rival. Presión bien alta, para que los especuladores del fútbol y los Covid 19 (que hay muchos y de muchos modos) no tengan ni tiempo de patearla a la tribuna.
Hoy, con una crisis económica incrementada por la cuarentena obligatoria, los jugadores del Lech están juntando y repartiendo comida y ropa para los que más necesitan. Bancando, cuando los Caruso, los Mourinho y los Bilardo empiezan a tirar pelotazos al área.
Pero tocan y triangulan mientras algunos jugadores de fútbol arriman una casaca para sortear, mientras los vecinos ayudan aportando un paquete de fideos, comprando unas porciones de locro, entregando una campera o unos botines – lustraditos- para ir preparando las inferiores. Siempre defendiéndose con la pelota. A lo Guardiola.
Mientras tanto la hinchada educada en el resultadismo de los Niembro y los Elio Rossi pide ganar y ganar. El Lech, educado en la filosofía menotista, en los cuentos futboleros de Galeano sabe esperar, ordenadito para salir vertical, veloz, y con pelota dominada directo al campo rival.
El partido es largo, y venimos perdiendo contra el covid 19 y contra la pandemia económica de los Blatter y Havelange (de adentro y afuera del país) que nos dejan sin alegría en las canchas, sin gente en las tribunas, ni luz en los potreros, ni arcos de remeras en las esquinas, esas esquinas donde pasa un pibe pasado de paco y nos pincha la pelota de un partido en el que él ya no jugaba hace rato.
La guita se la llevan otros. Lo dijo el Diego, afuera – y de manera romántica- adentro de la cancha. El mismo Maradona fue uno de los que más colaboró y colabora con los demás adentro (como nadie) y afuera de la cancha (como pocos). El compañerismo de los jugadores del Lech es el mismo de Lio Messi, que mientras sigue haciendo caños y goles, mientras toca y gambetea en el Camp Nou, se la toca a un compañero con las piernas cambiadas.
El partido es largo dijimos, pero el Lech sabe como jugarlo. Aguanta con la pelota, toca, se defiende con todos y ataca con todos. El Loco de Rosario estaría orgulloso. Hacen ollas populares, juntan pilchas y se la dan a los que más necesitan. Ellos paran la pelota y le dan un pase de gol a ese pibe o esa piba que nunca pensó siquiera en cruzar la mitad de campo.
Ganan y pierden en la cancha, pero en la vida este equipo está para campeón.
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